El teatro como actividad recreativa y formativa favorece el crecimiento personal y el desarrollo de habilidades como la comunicación asertiva, la empatía, la aceptación y la expresión adecuada de emociones. Quien se inicia en esta práctica tiene la oportunidad de conectarse con su interior y definir sentimientos, lo que deviene en un entrenamiento sumamente eficaz de la inteligencia emocional y las habilidades sociales.
A través de los juegos de roles y representaciones de personajes de ficción se practica la identificación y la capacidad de ponerse en el lugar del otro, como así también es posible explorar el mundo emocional desde distintas ópticas e incorporarlo luego a la vida diaria.
La creatividad y la imaginación se ven sumamente estimuladas, así como también la autoestima, la seguridad y la confianza personal.
Los juegos y puestas en escena mejoran la comunicación y la capacidad para expresarse y hablar ante otros. Vencer la timidez o el miedo a ser observados es posible gracias a las diversas actividades teatrales.
Vincularse con otros, “ensayar” conflictos interpersonales en un espacio cuidado, superando los miedos que estos suponen es beneficioso tanto para las relaciones y vínculos actuales como para conocer gente nueva, ya que favorece el desarrollo de la capacidad de socialización.
Seguramente cada persona encontrará sus propios beneficios y descubrirá en el recorrido por qué se interesó en esta actividad.
Lo importante es animarse a jugar, divertirse, desestructurarse y hacer a algo distinto.
Jóvenes de entre 13 y 17 años que quieran quieran divertirse, vivir algo distinto, conocer gente, jugar, desestructurarse, desinhibirse, soltarse, aprender a hablar en público, vencer la timidez, “probar” una vocación, experimentar emociones, aprender a trabajar en equipo o vivir algo totalmente diferente.
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